Esta semana he leído el libro de Ganswein, Nada más que la verdad. Aquí puedes ver un resumen por capítulos. No se trata de un alegato contra Francisco sino de una explicación y defensa de muchos asuntos de la vida de Benedicto XVI. El sensacionalismo periodístico y, sobre todo, los grupos reacios a Francisco mostraron solo unos pocos textos, pero el libro muestra claramente el aprecio entre los dos papas y la sintonía en casi todas las materias.

En este análisis no voy a subrayar los aspectos positivos del libro, que son sin duda numerosos: desde el contexto para entender algunas polémicas del Papa emérito como para entender su personalidad y su magisterio. Me centraré en los aspectos que han salido a la luz estos días en la prensa.

Diferencias entre Benedicto y Francisco

Ganswein no esconde que Benedicto no entendía algunos aspectos del pontificado de Francisco, como por ejemplo no responder a la carta de los cuatro cardenales sobre los divorciados vueltos a casar o la limitación de la misa tradicional. Sin embargo, lo que deliberadamente se ocultó cuando se filtraron algunos pasajes de la obra es que Ganswein subraya en varias ocasiones cómo Benedicto siempre trató de interpretar las palabras y acciones de su sucesor con la mayor generosidad posible. Y se abstuvo de hacer comentarios negativos, no solo en público sino también en privado.

Y todavía más, Gänswein recuerda que Benedicto se entristeció por los intentos, tanto de los partidarios como de los detractores de Francisco, de exagerar las diferencias entre el Papa argentino y su predecesor. Como es lógico, estas partes no salieron en las filtraciones porque contradecían la narrativa que se estaba tratando de construir de Benedicto contra Francisco.

Y para que se vea hasta qué punto lo que digo es así, te sorprenderá saber la respuesta de Benedicto a Vittorio Messori cuando estuvieron juntos en una visita privada en santa Marta y Messori le hizo ver su preocupación por la situación de la Iglesia. Después de escucharle, abrió las manos, puso los ojos en blanco y dijo: «Solo puedo rezar».

Que se publicara la obra justo ahora no me ha parecido oportuno, pero tampoco el hecho de que Ganswein haga quedar mal a mucha gente que no solo sigue viva, sino que continúa en puestos de responsabilidad en la Iglesia. Si estuviera denunciando cuestiones graves podría entenderse la necesidad de denunciarlo, pero la verdad es que casi siempre se trata de pequeñeces que, a mi parecer, son muy poco elegantes por su parte.

El libro del cardenal Sarah

También me ha apenado que Ganswein se victimice al relatar su sorpresa cuando el Papa deja de contar con él aunque siguiera siendo el Prefecto de la Casa Pontificia. Me parece que la decisión de Francisco era más que razonable, pues era consecuencia de la gestión del libro del cardenal Sarah sobre el celibato, que produjo una de las grandes crisis del pontificado de Francisco y de los 10 años de Benedicto como emérito.

La versión que da Ganswein de este asunto hace ver que hay un fallo de comunicación entre Benedicto y Sarah. Benedicto le manda su texto diciéndole: «Le dejo a usted estas notas, cuya insuficiencia siento fuertemente, pueden servir para algo». Benedicto se refiere a que el texto no está pulido y las comparte con el deseo de que ayuden a Sarah con sus ideas sobre el libro del celibato.

Sarah agradece a Benedicto el texto con esta carta. «Le agradezco sinceramente el envío de sus estupendas y preciosas reflexiones sobre el sacerdocio. Estoy seguro de que pueden ser una contribución muy valiosa para toda la Iglesia y, sobre todo, un apoyo paternal para todos los sacerdotes del mundo. Estoy verdaderamente agradecido por su consideración y atención, que siempre me espera y que me conmueve mucho. Estoy estudiando y trabajando para examinar la mejor manera de presentarlo y darlo a conocer a los sacerdotes y a toda la Iglesia. Tan pronto como el proyecto esté terminado, someteré el borrador a Su Santidad para que lo juzgue y lo apruebe».

Por lo que parece, entiende la frase en negrita de Sarah como si este fuera a incluir algunas de sus reflexiones en su propio texto. Pero Benedicto no pensaba que Sarah entendiera esa expresión como si fuera a publicarlo tal cual. En cualquier caso, no le dio importancia, puesto que el cardenal se lo pasaría antes de publicarlo para que diera el visto bueno.

Lo malo es que el cardenal mandó a los editores el texto y le envió a Benedicto un ejemplar de la obra pocos días antes de publicarse. La reacción de Ganswein y Benedicto al verla fue de máxima preocupación, pues se daban cuenta de que el libro causaría muchos problemas, tanto al Papa como a la Santa Sede. Si uno tiene en mente que cada vez que un Papa publica un libro o una encíclica, el texto es revisado por muchos ojos, se entenderá la preocupación de Ratzinger por publicar un texto que ni siquiera él había perfilado.

El asunto acabó con la retirada del texto de Benedicto, unas explicaciones de Sarah que afectaron enormemente a su reputación y una llamada de teléfono entre los dos que acabó con los dos llorando por todo el revuelo generado y el sufrimiento que se habían generado mutuamente.

En mi opinión, lo peor de publicar el libro ahora es que fundamentalmente está alimentando la polarización dentro de la Iglesia. Ahora bien, también creo que con el paso del tiempo quedará como una obra importante para comprender el legado del Papa emérito y las opiniones de una persona tan autorizada como su secretario.

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